La Neuroproductividad
La Neuroproductividad es un concepto nacido de la combinación de varias ciencias. Este concepto recoge el trabajo y conocimiento de tres grandes ámbitos; la Neurociencia; la cual permite estudiar y comprender como la mente afecta a la conducta humana, la Inteligencia emocional; encargada de gestionar las emociones propias y las interrelaciones con los demás y, la Gestión del tiempo; implica aprender técnicas y metodologías, las cuales permiten llevar a cabo los retos propuestos.
Estas tres ciencias proporcionan los conocimientos empíricos para entender cómo funciona nuestro cerebro y el por qué no se logran los objetivos propuestos a pesar de disponer de los todos los conocimientos necesarios y/o suficientes en una materia.
Podríamos definir el concepto de Neuroproductividad como el de “una caja negra cerebral”, en relación al gran volumen de información que esta contiene. Las personas suelen tener un exceso de información, que por contra suele conllevar un déficit de acción. La Neuroproductividad ayuda en la organización de la carga de trabajo, el desempeño y cumplimiento de los retos propuestos, aconteciendo todo ello en la optimización del rendimiento cerebral.
Para implementar la presente metodología de trabajo, primeramente hace falta identificar aquellas conductas improductivas, las cuales, habitualmente suelen ser inconscientes y con patrones de desempeño automáticos. Esto nos permite trabajar en base al establecimiento del orden, creación de hábitos y productividad. Así mismo, también es de vital importancia entrenar el cerebro para maximizar su capacidad, atención y concentración en las diversas actividades diarias.
Primeramente hay que invertir en planificación, con el objetivo de optimizar un balance energético e invertir el tiempo justo y necesario en una determinada tarea. También se requiere tiempo y dedicación en la implementación de los presentes cambios y en la ejecución de los nuevos hábitos, técnicas y estrategias.
En base a los objetivos propuestos, es vital centrarse en tres patrones de cambios:
- Cambios que permiten un ahorro energético: los que supongan una reducción del esfuerzo mental dedicado a las tareas y procedimientos habituales.
- Cambios que multiplican el tiempo: aquellos que permitan reducir y/o agilizar el consumo de tiempo invertido.
- Cambios que disparan la energía: los que potencien la dedicación, el disfrute y la evasión mental.
“La obtención de un resultado implica una inversión de esfuerzo, hace falta hacer un buen uso y una buena gestión del tiempo para ahorrar energía”. Pequeños cambios marcan grandes diferencias.
Maria Rosa Sarradell Cases
Técnica Sociolaboral y Empresa, ASPID.